No duele, no se siente. Sera porque respire fuego y comí hierro que mi corazón se soldó con miles de chispas fluorescentes entre medio. Está tan frío que ya ni siento, no hay NADIE que me cause dolor en este mar de hielo, donde muchos Titanics encallaron sin provecho, no hay hombre que funda tanto hierro. Él está blindado, con pequeñas soldaduras de por medio, pasó muchos inviernos con el pecho descubierto, él tuvo una ilusión pero siempre supo como se juega este juego, donde cada jugada es un trampa de conejos. Se fue preparando saltando vallas y dando taspieces, fue avanzando con los ojos en lo alto, pero con su mirada en el suelo. Quiso que su primera vez fuera con lo mejor, buscó belleza y la encontró, pensó -íbamos bien hasta que llegó “el amor”. No fue amor, fueron solo besos, fueron miradas, tal vez venganza, necesidad de sentir las caricias de una dama. Después de eso no más palabras, ni que amigos, conocidos de pasada. Ya no me sonríe, ya no me habla. Él fue único, fue el primero, con el que tuvo los problemas del comienzo, de la inexperiencia, inocencia y la curiosidad también. Me sentí desnuda, intimidada ante esa mirada, parecía que sus ojos estaban poseídos por un ser cuya ira desbordaba el iris de sus redondos cuencos; eran negros, profundamente negros, rebeldía, independencia y mucho, mucho fuego.Ella empezó y arrazó con todo lo que sobraba en su camino, le preguntó al palpitante divino si estaba siguiendo bien sus instrucciones, le pidió consejos y él solo le dijo: necesito experiencia, ve despacio, tómate tu tiempo, no mueras por él si lo besaste con los ojos abiertos, déjalo ir, no volverá más, no es el único, piensa que hay muchos más, pero recuerda yo estoy hecho de hierro del mas bueno, forjado con yunques, sin anestesia ni consuelo, debes encontrar alguien que funda todo este hierro. Ese, que tú misma has ingerido para no sentir tanto olvido y no sentirte como un desperdicio,para no sentir el dolor aunque ahora lloras porque no sientes el amor. Lo que necesitas es una buena dosis de F U E G O.
El Principito.
[…] Me quedé de nuevo helado por un sentimiento de algo irreparable. Comprendí que no podía soportar la idea de no volver a oír nunca más su risa. Era para mí como una fuente en el desierto. —Muchachito, quiero oír otra vez tu risa... Pero él me dijo: —Esta noche hará un año. Mi estrella se encontrará precisamente encima del lugar donde caí el año pasado... —¿No es cierto —le interrumpí— que toda esta historia de serpientes, de citas y de estrellas es tan sólo una pesadilla? Pero el principito no respondió a mi pregunta y dijo: —Lo más importante nunca se ve... —Indudablemente... —Es lo mismo que la flor. Si te gusta una flor que habita en una estrella, es muy dulce mirar al cielo por la noche. Todas las estrellas han florecido. —Es indudable... —Es como el agua. La que me diste a beber, gracias a la roldana y la cuerda, era como una música ¿te acuerdas? ¡Qué buena era! —Sí, cierto... —Por la noche mirarás las estrellas; mi casa es demasiado pequeña para que yo pueda ...
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