EH, ART
En un mundo donde todos están enceguecidos por lo superficial, dónde se dejan llevar por lo que les quieren vender…
Yo ya me cansé. Me cansé de que me mientan, me cansé de que nos roben la paz, me cansé de las etiquetas, me cansé de que me digan qué está bien y qué está mal, me cansé de ser un número en un sistema, me cansé de sobrevivir y no vivir, me cansé de la rutina repetitiva, me cansé de los ideales de persona, me cansé de vivir de expectativas, me cansé de escuchar mil veces “cómo debería vivir”, me cansé de quedar inmersa en un mundo de mentira, atrapados por una caja boba. Me cansé de la falta de comunicación, me cansé de encontrar más gente sin valores que honesta, simplemente me cansé de compartir un mundo con gente que lo destruye. Me cansé de escuchar quejas, pero no buscar soluciones, me cansé de discursos sin acción. La sociedad me cansó.
Pero, no, no por eso voy a dejar de luchar.
Me cansé, pero no perdí la fe. Tampoco las ganas de cambiar el mundo.
Hace cinco años creía que lo mejor que me iba a pasar era llegar a esta edad, confiaba en que el tiempo me iba a hacer una mujer madura, sin miedos, con un camino casi trazado, porque eso es lo que nos hacen creer, nos meten el chip de qué debemos hacer a cada edad, y cómo debe ser nuestra vida en cada etapa, que el título, el novio, el casamiento, los hijos, pero nunca nada es tan fácil como sólo decirlo.
Hoy me preguntaba por qué ya nadie confía en el amor, o las relaciones duran cada vez menos. Una de mis teorías puede estar sostenida en lo que nos quieren vender: simplemente, porque nada dura sí es superficial. Todos oímos por ahí el “sí el mundo fuera ciego, ¿a cuántos impresionarías?” Creo que por ahí arranca uno de los primeros factores. Nos estamos quedando en un mundo lleno de personas, pero vacío de “humanos”. Mucha “belleza artificial”, poca “lindura intelectual” (de esa que te da un nutrido cerebro). Se ve mucha televisión, y se lee poco. Falta ARTE. No se le da el valor que tiene. Y sin arte, la tierra sola es un gran “EH”. (E-art-h)
Paremos un poco, hagamos más de lo que nos hace feliz. ¿O acaso, dedicar tiempo a aprender contenidos para ser felices quiere decir que estamos desperdiciando tiempo? Algunos me dicen que sí, a lo que respondo con silencio y un “puede ser”.
El arte, no es una pérdida de tiempo. El arte me salvó. El arte me mostró la vida. Me enseñó otra forma de amar, pude ser completamente pasional, y bastante intensa, cómo siempre quise ser. Me hizo perder el miedo, ganar confianza, fluir en libertad, arder en libertad, volar en libertad. El cuerpo es sólo el transmisor de todo lo que tenemos por dentro, dejemos salir nuestra esencia. Vinimos a ser artistas.
Amar. Siempre amar. Todos los días de mi vida, en todos los aspectos. Siempre pienso en lo mismo: AMOR. Es lo único que se necesita. Y no el de otra persona. Me cansé de creer que iba a estar completa y ser feliz cuando llegara la persona que me ame. Equivocadamente creemos eso. El primer amor que tenemos que tener es el amor propio, el de los demás llega solito, por nuestra manera de vibrar. Sí no nos cuidamos a nosotros mismos, ¿quién va a querer cuidarnos? Sí nos dejamos para lo último, y no nos amamos, tal y como somos ¿cómo alguien más podría hacer lo que nosotros no podemos, con nosotros mismos?
Sé que puede sonar un tanto egoísta, pero juro no es egoísmo. Es amor propio. Alejarse de todo lo que nos hace mal, es un acto de amor propio. Cada mañana, cuando nos levantemos, lo único que va a estar con nosotros cuando nos miremos frente al espejo, vamos a ser nosotros mismos. Sí va a haber quién nos acompañe, y también quien nos ponga trabas, pero, nosotros, sólo nos tenemos a nosotros mismos. Y eso es lo primero que debemos aprender. Sí nos menospreciamos constantemente, ¿cómo podemos esperar que el mundo sea gentil? El cuerpo vibra, el universo responde a esa vibración.
Nunca es tarde para empezar de nuevo, renacer, volver a amar, reinventarnos, ser felices, empezar a seguir un sueño, dejar atrás el pasado. Nunca es tarde para cambiar, ni a los 20 años, ni a los 70. La gente cambia cuando aprende, cuando acepta, cuando ama, la gente cambia cuando entiende el propósito de su vida, cuando se anima a seguirlo, cuando no hace oídos sordos a su corazón, y va por lo que quiere. Es fácil quejarnos, quedándonos en nuestro lugar seguro. Es fácil pensar “yo podría hacerlo mejor” sin actuar, ¿y sabes una cosa? Quizás estés en lo cierto, podrías hacerlo mejor, sí lo intentaras y dejaras de quejarte.
Comentarios
Publicar un comentario