AMAR.
Es que amar hace girar el mundo.
Amarse más, quererse menos.
Y así lo digo, porque amar es entregarse, es vencer el miedo. Querer es poseer, y en la vida cuanto menos posees más libre y feliz vivís. Por eso sostengo, dejen de querer, y empiecen a amar.
La vida es demasiado corta, o demasiado larga, (quién sabe cómo lo medimos cada uno), para dejarnos aturdir por aquello que queremos y no tenemos. Quién más ama, más vive. Y no hablo sólo de amar a alguien… Hablo de amarse a uno mismo, amar el sol, la luna, nuestro trabajo, el olor a tierra mojada, amar la libertad de caminar con el sol en la cara y el viento de frente, hablo de amar nuestra tierra y su simple y particular belleza, hablo de todos los días detenernos a agradecer por abrir los ojos y poder vivir un día más, (o un día menos)… Y es que no quiero pasar por esta vida sólo existiendo, quiero vivirla con todo lo que vivir la vida implica, dolores y fortalezas, alegrías y tristezas, aciertos y errores, éxitos y fracasos, lágrimas y sonrisas. Nos pasamos los días preocupados por ser felices, sin darnos cuenta que la felicidad está ahí, pero no somos capaces de percibirla, no se puede ser feliz, no es algo que sos o no sos, la felicidad va más allá, es un estado, y todos podemos llegar a él. Todos podemos elegir estar felices, todos los días, si <<estamos>>, somos el presente, no nos dejamos atormentar por el futuro, ni perseguir por el pasado. Vive el hoy, y no por frase trillada de un estado de Facebook, vive el hoy cada mañana al levantarte, al abrir tu ventana y agradecer la oportunidad de un día nuevo naciendo, viendo el sol salir, renaciendo cada nuevo amanecer, y también dando las gracias a la luna y sus estrellas, por llegar al fin de una nueva página de nuestras vidas… Cada noche nos dejamos morir con el sol que se va, pero sí así no fuera, no disfrutaríamos de la hermosa luz de la noche, porque
sabemos que vamos a renacer al despertar, así como el sol siempre vuelve a brillar. Muchas veces necesitamos morir, dejar ir una parte nuestra, para renacer, crecer, volver con más fuerza.

Siempre leí que todos tenemos un destino trazado, y rara vez creía en él. Hasta que se hizo notar. Todos tenemos un destino. Todo está conectado, no existe nada casual, sino causal. Amo eso de la vida. Sea fácil o difícil de aceptar, todo tiene que ver con todo, y la vida nos pone donde tenemos que estar, en el momento que tenemos que estar, ella nos va preparando día a día para que llegado el momento, saquemos lo mejor de cada experiencia que nos regala, y de no ser así, tendríamos mucho desperdicio en cada lugarcito que ocupemos. Como en cada etapa de la vida, sí creces sin jugar, ese niño interior nunca va a perdurar, porque nunca supo que existió, lo dejamos dormido. Y no hay peor error en la vida de un ser humano que dejar adormecer a su niño interior. Sí nuestra alma no sigue joven, déjenme decirles, nos volvemos personas dominadas por el ego, y no hay nada peor que eso. El alma joven vive de la inocencia. El mejor estado de la vida. Todo nos sorprende, somos capaces de ver el mundo desde otros ojos, agradecer más y quejarnos menos, amar más y temer menos, disfrutar más y preocuparnos menos…  La inocencia mantiene joven a nuestras almas, es la vitalidad de nuestra estadía en esta tierra pura, (a la que mucho daño le hicimos y hacemos)...

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